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A(m-z)
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Índice Alfabético - Glosario

AMaTh Amenti Anâgâmin Ananta Antahkarana Anu
Aparigraha Archi Arcontes A-ReTs Arhan Arhat
Arios Arka-Maetra Arquetipo Arupa Asceta Ashram
Ashtar-Sheran Asura-Maya Asuras Asvattha Atlante Aum
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Glosario de términos A (m-z):

A (m-z)

 

AMaTh:                 

Ver también:     MIHAEL;  ALHIM     

AMaTh es el Sello del Dios Viviente, la realidad viva de donde procede la Verdad, por eso la Verdad avanza  sobre la cabeza  de Krishna cuando él pronuncia su nombre. 

Pero dejemos nuevamente que sea el Marqués Saint-Yves D’Alveydre, quien inflame nuestros corazones con el hálito de la Verdad viviente:

<< Jesús habla a la vez como Verbo Creador, Inspirador de toda Revelación pasada y futura, y como Verbo Encarnado antes de volver a ascender a la Gloria de donde ha descendido, cuando dice: "Yo soy la AMaTh", la Verdad viviente de donde procede toda verdad.

AMaTh, en efecto, encierra:

1° ThaMA, el Milagro de la Vida, su Manifestación en la Existencia universal;

AThMa, la existencia infinita de la Esencia absoluta, el Alma de las almas: ATh;

3º MaThA, Mata, la Razón suprema de todas las razones verdaderas, la Incidencia de todas las Reflexiones, la Legislación de todas las leyes, la Eudoxia de todas las doctrinas.

Al hablar así, el Señor expresa, no solamente toda la tradición sacra revelada por él a los Patriarcas, no solamente la Thorah de Moisés que los resume, sino su propia Thorah directa, la del doble Universo, y de la doble Humanidad.

San Juan, ha consignado la Matesis antigua y el Principio de las tres Síntesis en el comienzo de su Evangelio. Es imposible, leyendo este libro y el Apocalipsis, con un espíritu religioso y científico al mismo tiempo, no ver que son del mismo autor. Expresan los mismos Misterios, de la misma manera hierática, y en particular la AMaTh que nos ocupa aquí.

"Vi un Ángel ascender del Oriente con el Sello del Dios-Viviente." (Apocalipsis, VII, 2). Profetiza que la Matesis de la AMaTh, inseparable en Jesús, pero, en apariencia, desunida en la Humanidad religiosa, científica, universitaria y social, será reconstituida entre el Oriente y el Occidente. Eco de Daniel a través de Esdras, en lo que concierne a ciertas tradiciones y claves de los Misterios, el Talmud dice: "El Sello del Dios viviente es AMaTh."

Remontando el curso del Tiempo, detengámonos en la fuente universitaria en la que los textos de Moisés fueron reconstituidos en caracteres asirios vulgares y en lengua mitad hebrea, mitad caldea. Daniel era entonces el Gran Maestre del Sacro Colegio de los Kashidim. Las Claves por él dadas abren las puertas de todos los Santuarios de la Tradición, así como de su Unidad y de su Universalidad prediluvianas e incluso postdiluvianas durante algunos siglos. [Saint-Yves D’Alveydre; El Arqueometro] >>

 

 

Amenti:       (Avîtchi)  (Naraka)   

Ver también:       Pâtâla    

El reino de Amenti o Pâtâla, es el imperio de Plutón, El  Pâtâla es el abismo donde mora el fuego vital del planeta y la puerta del Sheol, el Hades o lugar donde se transmuta la muerte. Shamballah se creó en el plano físico, como consecuencia del impulso vivificador establecido cuando la Tierra fue vaciada por los Dhyân Chohans, del Segundo Cuerpo Galáctico, también llamados los Jardineros del Espacio. Al construir el mundo interior, la  gran bola de fuego que había constituido la primitiva Tierra, fue solidificándose en dos superficies esféricas concéntricas, que mantenían entre sí al fuego original en el que se creó la Segunda Raza Raíz. Pero Iberah, el primigenio centro planetario y los habitantes del magma central, que constituyeron la Segunda Raza Raíz humana, no desaparecieron. Más al contrario, estos seres alados, que existían en medio del fuego planetario de la primigenia materia en solidificación asociados a unos cuerpos etéricos y astrales, evolucionaron posteriormente hacia un cuerpo mineral, físico y denso separándose del transcurrir evolutivo de las humanidades terrestres, y constituyendo la actual raza habitante del Avîtchi, conocido también como el Reino de Amenti, o magma central. En realidad, los habitantes  actuales del Reino de Amenti, ya no forman parte de la evolución humana, pues aunque constituyen fósiles vivientes de la Segunda Raza Raíz Terrestre, su función actual está mucho más ligada al reino Dévico que al Humano. Los libros esotéricos Indios, mencionan Siete Clases de Pitris o Devas,  y entre ellos dos especies distintas de progenitores: Los Barhishad y los Agnishvâtta; o los “poseídos por el fuego sagrado” y los vacíos de él. Los Agnishvâtta son representados como los que habiendo faltado a su deber de mantener el Fuego Sagrado en sus vidas pasadas en otro Manvantara,  han perdido su derecho a que se les ofrezcan oblaciones con fuego. Por el contrario, los Barhishad, habiendo conservado los fuegos sagrados de sus moradas, son de éste modo reverenciados hasta hoy. Los Agnishvâtta, son los Devas que no pueden crear al hombre espiritual porque solo poseen el Fuego de los Triángulos y no el Fuego de los Cubos Perfectos, que representa a los seres angélicos. Por eso los Agnishvâtta son los Devas “rebeldes” o “activos” que han dejado de ser “puros” para convertirse en inteligencias independientes y libres.

El Amenti ha sido tradicionalmente, en todas las religiones, el lugar donde las almas han purgado sus pecados. Tal y como nos lo muestra este párrafo de Helena Petrovna Blavatsky:

<< Los cuarenta "Asesores" que permanecen en la región del Amenti, como acusadores del Alma ante Osiris, pertenecen a la misma clase de deidades que los Lipika; y serían considerados como semejantes, si no fueran tan poco comprendidos los dioses egipcios en su significación esotérica. Yama, Minos, Osiris o Karma, no son más que otras tantas copias y variantes de los Lipika y de sus Anales Astrales. Sin embargo, los Lipika no son deidades relacionadas con la Muerte, sino con la Vida Eterna. Relacionados como se hallan los Lipika con el destino de cada hombre, y con el nacimiento de cada niño, cuya vida se halla ya trazada en la Luz Astral, -no de un modo fatalista, sino porque el Futuro, lo mismo que el Pasado, permanece siempre vivo en el Presente-, puede decirse también que ejercen una influencia en la ciencia del Horóscopo. [H. P. Blavatsky, La Doctrina Secreta Vol. I ] >>

   

 

Anâgâmin:                 

Ver también:          Iniciación; Adepto; Sakridâgâmin; Arhan;  Hansa         

Existen cuatro grados de iniciación que son respectivamente conocidos en sánscrito como Srôtâpanna, Sakridâgâmin, Anâgâmin y Arhan.

Anâgâmin, es la iniciación que conduce al grado de Pundit, estado que se define como: 'El que no alienta a Móloc'. (el deseo o voluntad consciente) 

Durante la prueba del Anâgâmin, El asceta es sometido a la Pequeña Muerte, como parte de las pruebas oficiales de aspirante a Pundit.

 

 

Ananta:               

Ver también:    Nâgas, Vishnú      

Ananta es la serpiente de siete cabezas sobre la cual reposa el mismo Vishnú en su viaje por todo el Manvantara!. El fabuloso Dragón de Siete Cabezas que habita en el corazón del Naraka avivando el fuego de la materia. El Símbolo del Maligno, que brilla en la cabeza de la Gran Serpiente de Vishnú.

En el Vishnu Purâna se puede leer lo siguiente:

<< Ananta-Shesha es una forma de Vishnú, el Espíritu Santo de Preservación, y símbolo del Universo, sobre el cual duerme él durante los intervalos de los días de Brahmâ. Las siete cabezas de Shesha sostienen el universo. [Wilson; Vishnu Purâna] >>

Algo similar se dice en el Siphra Dtzenioutha cuando se habla del Caos Primordial y de la evolución del Universo comparándolo con una serpiente enroscada:

<< Extendiéndose aquí y allí, con la cola en la boca, la cabeza retorciéndose sobre el cuello, está rabiosa y colérica… Vigila y se oculta. Cada mil Días se manifiesta. [Siphra Dtzenioutha I,16] >>

   

 

Antahkarana:                     

Ver también:   Mónada       

Antahkarana es la luz que une a una Mónada con el alma y ésta a su vez con el cuerpo mental. Mejor dicho, el Antahkarana es el vehículo o conducto sutil por el cual, esa “luz cósmica” es conducida desde los planos Divino y Monádico a los planos Mental y Etérico. Pero… ¿Porqué no dejar que Helena Petrovna explique esto…? Así pues, veamos lo que nos dice La Doctrina Secreta:

<< Antahkarana es el nombre de aquel puente ideal, aquella línea interpuesta entre el ego divino y el humano, que si bien son dos egos durante la vida terrena, se funden en un ego en el devakán o en el nirvana. Esto parece difícil de comprender, pero resulta fácil con ayuda de un familiar e infantil ejemplo. Comparemos al hombre con una brillante lámpara que desde el centro de una estancia proyecta su luz sobre la pared. La lámpara es el ego divino; la luz reflejada es el manas inferior; y la pared, sobre que se refleja, el cuerpo físico. La porción de atmósfera que transmite, el rayo de la lámpara a la pared, será el Antahkarana. Supongamos, por otra parte, que la luz así proyectada posea razón e inteligencia con la facultad de disipar, además, cuantas sombras siniestras crucen por la pared y de atraer hacia sí, en indelebles impresiones, toda la brillantez. Ahora bien; el ego humano puede disipar las sombras o pecados, multiplicar las brillanteces o buenas obras que causan aquellas impresiones; y asegurar así por medio del Antahkarana su permanente relación, y su definitiva reunión, con el ego divino. Recordemos que esto no puede ocurrir mientras retenga la más tenue mancha terrena; al paso que tampoco es posible quebrantar enteramente la relación, ni impedir la reunión definitiva mientras haya una sola obra espiritual o potencialidad que pueda servir de nexo; pero en cuanto se extingue esta última chispa y se desvanece la postrera potencialidad, sobreviene la separación: En una parábola oriental el ego divino es simbolizado por el labrador que envía a sus braceros a cultivar la tierra y cosechar el fruto, y que se contenta con conservar el campo en tanto pueda ofrecerle la más mínima remuneración; pero si el terreno se esteriliza del todo, no sólo queda abandonado, sino que el bracero mismo (Manas inferior) perece. [ H. P. Blavatsky, La Doctrina Secreta Vol. VI ] >>

 

 

Anu:                

 Ver también:       Eka   

El átomo, es el elemento más pequeño, que al ser indivisible, une el macrocosmo con el microcosmo, representando a la deidad absoluta. Anu es llamado también en sánscrito Anîyâmsam-anîyasâm, ‘el más pequeño de los pequeños’.

En los textos cuneiformes de los ladrillos babilónicos denominados Lateres Coctiles, se encuentra una de las obras más importantes del mundo antiguo denominado el Génesis accadiano, de contexto muy similar al mostrado en el Siphra Dtzenioutha, el Génesis hebreo. En la traducción de George Smith vemos la figura de Anu, la Deidad Oculta, el Uno, que se mueve silencioso sobre la faz de las Aguas…  Él es la Deidad Pasiva; Bel, el Creador, el Espíritu de Dios o Sephira. Hea, su consorte, es el Alma Universal o la Sabiduría de los Tres Combinados.

Anu es la figura principal de la trinidad caldea, y único ser que habita en las aguas del Khum, el Agua del Espacio.

Anu, siendo lo más pequeño, da vida a los más grande, tal y como lo narran los antiquísimos textos de los Upanishads:

<< En el principio Pragapati (el señor de las criaturas) existía solo. No tenía felicidad estando solo. Entonces, meditando en sí mismo, creó muchas criaturas. Las contempló y vio que eran como una piedra, sin entendimiento, que se erguían como un porte sin vida. Él no tenía felicidad, así que pensó: ‘Entraré dentro de ellos para que puedan despertar’. Convirtiéndose en aire (vayu) entró dentro de ellos. Al ser uno, no podía hacerlo. Entonces se dividió en cinco partes, y se llamó Prâna, Apana, Samana, Udana y Vyana. Ese aire que sube es Prâna. Eso que se mueve hacia abajo es Apana. Eso por lo que se supone que estos dos se mantienen es Udana, la causa de donde ellos proceden es Vyana. Eso que trasporta la materia más grosera de los alimentos al Apana, y lleva la materia más sutil a cada miembro, se denomina Samana. [A. Duperron; los Upanishads] >> 

   

 

Aparigraha:                 

Ver también:          Satiagraha (Ahimsa);   Samhaha

Según el Bhagavad Gîtâ, el Aparigraha o la senda de la  no-posesión, consiste en renunciar al mal, y a la injusticia; por ello el no-violento renuncia antes que nadie a las posesiones terrenales. El no-violento no quiere ser dominado, pero sobre todo no quiere dominar, no quiere poseer individualmente, usurpando lo que también es de los demás.

Mahatma Gandhi nos legó estas sublimes palabras, las cuales, viven aún en el corazón de muchos seres:
<< Sólo el hombre desprendido,  el hombre que quiere servir a todos, puede luchar libremente contra la injusticia; pues estando desnudo nada le ata y puede pelear cuerpo a cuerpo contra la agresión, sin quedar enredado en sus nudos. En realidad nadie puede ser propietario de nada, salvo Dios mismo. Nadie puede arrogarse la propiedad de bienes materiales o morales, sin robar a sus semejantes aquello que no le pertenece a él individualmente, pues el hombre es solamente gerente o administrador en vistas al bien común. [Mahatma Gandhi] >>

 

 

Archi:         (Archê)     

Ver también:   Maharshi,  Arka. 

Los Archis son los máximos sacerdotes del Agarttha, aquellos que procesan el culto y la adoración de Anu.

El Archi Negro, el Mârshi o Príncipe de la Muerte es aquel que conduce al alma durante el trance de la muerte, como nos lo muestra N. Bhâshyacharga, que fue Pandit de la biblioteca de Adyar:

<< El Jiva (el Alma) va con Sûkshma-Sahrîra (cuerpo de sueño) desde el corazón del cuerpo al Brahmarandra en la coronilla de la cabeza, atravesando Sushumnâ, nervio que une al corazón con el Brahmarandra. El Jiva atraviesa el Brahmarandra y va a la región del Sol (Suryamandala) por medio de los rayos solares: Entonces va a través de una mancha oscura del Sol, a Paramapada. Al Jiva la dirige en su camino la Sabiduría Suprema adquirida por medio de Yoga. El Jiva prosigue así a Paramapada con el auxilio de los Athivahikas (portadores durante el tránsito), conocidos con los nombres de Archi Ahas... Âditya... Prajapati, etc. Los Archis, que aquí se relacionan, son ciertas Almas puras… [N. Bhâshyacharga; Catechism of the Visishthadvaita Philosophy] >>

 

Esos Archis que guían al alma en su encuentro con lo espiritual, no solamente forman parte de la tradición hindú, sino que han sido también referenciados en la filosofía de la tradición griega, en la cual el Archê (`Arc¿), o espíritu divino de la vida, es aquel que se desarrolla sobre el Caos primordial. Él representa también al Arg o Arka  en el que el germen de la Naturaleza y del propio Hombre, flotan sobre las aguas del gran abismo del Caos

   

 

Arcontes:           

Ver también:         Demiurgo

Tradicionalmente al Arconte se le identifica con el primer magistrado a quien se confió el gobierno de Atenas después de la muerte del rey Codro. Y también a cada uno de los nueve jueces que posteriormente se crearon con el mismo fin.

Los arcontes eran los magistrados que, independientemente del poder civil, poseían la potestad de dirigir y vigilar el desarrollo de los misterios Eleusinos, los cuales, habiendo sido enseñados por Orfeo, desentrañaban para los iniciados que los practicaban los misterios de la vida después de la muerte y la transición de las almas por el Elíseo y el Hades. El Mystoe reunía en el Telesterion a los iniciados ante el pueblo, y  les hacía representar los misterios de Deméter y Perséfone como primera parte de su iniciación. 

En las obras de Homero, el Elíseo era una tierra en el extremo más lejano y occidental del mundo adonde eran llevados los grandes héroes, en cuerpo y alma, para hacerlos inmortales. Según la tradición, allí ellos eran libres de proseguir con sus actividades favoritas y las penas y las enfermedades eran desconocidas –algo que nos recuerda vivamente a las tradiciones hindúes sobre Agarttha y la mítica Shamballah-. Pronto, sin embargo, Elíseo fue considerado como la residencia de los muertos bienaventurados, donde las almas de los héroes, poetas y sacerdotes vivían en total felicidad, rodeados de hierba, árboles y suaves brisas, beatíficamente envueltos en una luz rosada perpetua –algo más parecido a la tradición del cielo católico desarrollada por Pablo de Tarso-.

Sin embargo, Jámblico expone un dogma totalmente diferente en su concepción del cielo e infierno (el Elíseo y el Hades), él reúne a Platón y a Pitágoras  en una visión cósmica del universo integrado como un todo. Según él, hay siete series de cosmocratores o fuerzas cósmicas, subdivididas en dos categorías: la primera sostiene y regula el mundo superior y la segunda, el inferior. Así, para Jámblico, existe una dualidad en todo lo que le rodea, planetas, astros, dioses, arcontes y daimones. Esta dualidad es lo que equilibra el fiel de la balanza en los mundos manifestados.    

   

 

A-ReTs:       (Arets)          

Ver también:     ALHIM 

El A-ReTs, hA'Arec (¦årÿAB'Ah) es la Astralidad Gravitante y cuyo número es  13415, conjugado del valor de las letras del nombre Alhim (£yhl') que es: 13514, el cual, es a su vez un combinado en los cálculos secretos del número 31415 o número p (Pi) 3’1415.

Los ALHIM controlan los mundos materiales o la ‘astralidad gravitante’, también llamada A-ReTs o Arets (la Tierra). Así nos lo define el Marqués Saint-Yves D’Alveydre:

<< Los ALHIM, las Potencias del Verbo que controlan el A-ReTs, la Astralidad Gravitante y su evolución. Esta atracción gravitatoria universal  procede del ROuaH-ALHIM, como motor principal que comprenden el ROuaH, los ciclos de la eternidad y el NaHaSH, el tiempo en espiras… 

De suerte que, por los Cielos del Tiempo orgánico, esta Función se extiende instantáneamente a través del Éter, en todo el Universo, y a todas las jerarquías de seres y de cosas que el doble Cielo visible encierra en sí, hasta el fuego central de cada globo, fuego que él mismo no forma parte del Cielo astral, sino sobre todo del Cielo fluido. [Saint-Yves D’Alveydre; El Arqueometro] >>

 

 

Arhan:           

Ver también:     Iniciación, Sakridâgâmin, Anâgâmin, Adepto              

Las cuatro iniciaciones a alcanzar en este planeta son: Srôtâpanna, Sakridâgâmin, Anâgâmin y Arhan.

Arhan, la iniciación del merecimiento, es la cuarta y última iniciación que puede ser alcanzada en este mundo, en el estado evolutivo actual del mismo. Aunque ella no es la última en estado absoluto, pues son siete las iniciaciones a alcanzar al final de su ciclo planetario. Pero dejemos que sea el verbo fluido de Helena Petrovna quién nos lo explique adecuadamente:

<< Existen cuatro grados de iniciación mencionados en las obras esotéricas, los cuales son respectivamente conocidos en sánscrito como Srôtâpanna, Sakridâgâmin, Anâgâmin y Arhan; teniendo las mismas denominaciones, en esta nuestra Cuarta Ronda, los Cuatro Senderos que conducen al Nirvana. El Arhan, si bien puede, contemplar el Pasado, el Presente y el Futuro, no es todavía el más alto Iniciado; pues el Adepto mismo, el candidato iniciado, se convierte en Chela (discípulo) de un Iniciado más elevado. Tres grados superiores más le quedan por conquistar al Arhan que quiera alcanzar la cúspide de la escala del Arhatado. Los hay que lo han alcanzado aún en esta nuestra Quinta Raza; pero las facultades necesarias para lograr estos grados más elevados, tan sólo se encontrarán plenamente desarrolladas en el tipo general del asceta, al final de esta Raza Raíz, y en las Sexta y Séptima. Así es, que existirán siempre Iniciados y Profanos hasta el final de este Manvantara menor, el presente Ciclo de Vida. Los Arhats de la "Niebla de Fuego," los del séptimo peldaño, hállense tan sólo a un paso de la Raíz Fundamental de su Jerarquía, la más elevada que existe en la Tierra y en nuestra Cadena Terrestre.

Esta " Raíz Fundamental " tiene un nombre que puede ser traducido tan sólo por medio de varias palabras: el "Baniano-Humano siempre Viviente." Este "Ser Maravilloso," descendió de una "elevada región" -dicen- durante la primera porción de la Tercera Época, antes de la separación de sexos en la Tercera Raza. A esta Tercera Raza se la llama algunas veces Colectivamente, los "Hijos del Yoga Pasivo"; o sea que fue producida inconscientemente por la segunda Raza, la cual, como era intelectualmente inactiva, se supone permanecía constantemente sumida en una especie de contemplación abstracta o vacía, como la que requieren las condiciones del estado Yoga. En el primer tiempo de la existencia de esta Tercera Raza, cuando se hallaba todavía en estado de pureza, los "Hijos de la Sabiduría," que, como se verá, encarnaron en esta Tercera Raza, produjeron por Kriyllshakti una generación llamada los "Hijos de Ad" o "de la Niebla de Fuego," los "Hijos de la Voluntad y del Yoga," etc. Ellos eran un producto consciente; pues una porción de la Raza se hallaba animada ya con la chispa divina de una inteligencia espiritual y superior. Esta generación no era una Raza. Era al principio un Ser Maravilloso, llamado el "Iniciador," y después de él un grupo de Seres semi-humanos, semi-divinos. "Elegidos" en la génesis arcaica con ciertos propósitos, se dice que en ellos encarnaron los más elevados Dhyânis para formar el semillero de futuros Adeptos humanos. [ H. P. Blavatsky, La Doctrina Secreta Vol. I ] >>

   

 

Arhat:                 

Ver también:   Asceta          

El Arhat es el santo solitario que busca la iluminación mediante la renuncia a los placeres de la materia. Pero si investigamos aún más en el origen de la palabra encontramos interesantes connotaciones mitológicas:

Proclo, en su obra: Orígenes, contra Celsum, en la cual Orígenes rebate los libros escritos por Celso, con referencia al gnosticismo incipiente del siglo I d.C., nos habla del misterioso Arehtos,  el Inefable cuyo nombre está compuesto por siete letras, las cuales, representan a los Siete Titanidae, los Grandes Siete que fueron llamados a producir este universo.

Posteriormente, las tradiciones budistas realzan la figura del Arhat en cuanto al concepto de un ser ‘elegido’ un ser que tiende a la perfección espiritual per se:

<< Entre los discípulos de algunos insignes gurús himaláyicos y aun entre gentes profanas, persiste una extraña tradición, que mejor pudiera calificarse de leyenda, según la cual Gautama, el príncipe de Kapila-vastu, continúa en las regiones terrestres, no obstante la muerte e incineración de su cuerpo físico y las reliquias que de él se conservan. Los budistas, chinos y arios por tradición, y los lamas del Tibet por el texto de sus libros sagrados, afirman que Buda tenía dos doctrinas: una para el vulgo y sus discípulos legos, y otra para sus "elegidos" o arhates. Según parece, la norma de conducta del Maestro, continuada por los arhates, fue no prohibir a nadie el ingreso en las filas del arhatado; pero no revelar los misterios finales sino a quienes, tras muchos años de prueba, se mostraran dignos de la iniciación, sin que para ello fuese obstáculo alguno la diferencia de raza, casta o posición social, como sucedió en el caso de su sucesor occidental. Los arhates divulgaron esta tradición relativa a Buda hasta arraigar en la mente del pueblo; y en ella se basa, asimismo; el posterior dogma lamaísta de la reencarnación de los Budas humanos. [ H. P. Blavatsky, La Doctrina Secreta Vol. VI ] >>

   

 

Arios:             (Arianni)   (Raza Aria)  (Ramídeos)     

 Ver también:         Semitas              

Los Arios, son los seres humanos que componen la actual Quinta Raza Raíz o Raza Aria. En este concepto entran pues todos los hombres actuales en su conjunto, sin distinción de raza color o credo. Los que erróneamente se han llamado: ‘la raza Aria’, como distintivo de la raza blanca, o raza indo-europea, deberían ser más propiamente llamados Ramídeos o descendientes de Ram.

También ha existido una confusión de términos en cuanto a los Arios y los Semitas como razas separadas. En este tipo de distinción, deberíamos de hablar de Camitas y Semitas, como las dos razas euro-asiáticas divididas por la influencia de dos grupos distintos de Kabirim.

El concepto genérico de Ario u ‘hombre sabio’, no es debido a la la capacidad intelectual de unos hombres sobre otros, sino a la característica genérica de la ‘inteligencia’ completamente desarrollada como referencia con la  Cuarta Raza Raíz o Atlante, en la cual la inteligencia no estaba aún plenamente madurada.

En los albores de la Quinta Raza Raíz, la Aria, un elemento muy importante había de ser introducido. Las diversas cepas genéticas traídas de otros planetas que constituían la única base genética de las razas anteriores, debían de mezclarse con la cepa genética originaria de este ciclo evolutivo del planeta Tierra, proveniente, ésta última, del reino animal. Con esa unión de las corrientes de vida planetarias y extraplanetarias se formaría la auténtica humanidad del planeta, la Quinta Raza Raíz, la cual podría ser considerada como la genuina raza soberana del mismo. Este proceso evolutivo culminó cuando varios cientos de miles de Arianni, expulsados del Agartha hacia el año 2.500 a.C., se unieron de forma violenta mediante invasiones a los distintos pueblos de su entorno, tanto Ramídeos como  Turanios y hasta Semitas, aportando su cultura superior y su lenguaje; el Sánscrito. Este torrente cultural, al principio destructivo terminó unificando las dispersas razas en dos grandes grupos que combinaron las tradiciones seculares con la nueva cultura superior de origen intraterreno.

Los dos grandes grupos humanos de superficie, se formaron, uno bajo la égida del Cordero, cuyos pueblos fueron denominados Ramídeos o simplemente Arios, y el otro bajo la égida del Toro, siendo denominados Turanios, o Semitas. Posteriormente las lenguas  Semíticas y Turanias se adaptaron, a la de los pueblos invasores Arios, siendo, por tanto, descendientes del Sánscrito o lengua Aria introducida por los Ramídeos y posteriormente ampliada por el núcleo intraterreno de los Arianni que aparecieron sobre la faz del planeta en el Asia Central.

Anteriormente, los semitas (árabes y hebreos) habían compartido un tronco común con los Camitas en la época pre-adámica en Caldea (Mesopotamia) cuando la dispersión de las razas, durante el reinado de Nimrod, que dividió a los Nabateos, enviando a los futuros Arios hacia la India y a los Semitas hacia África y Arabia aunque parte de éstos últimos se asentaron en Afganistán y las riberas del Oxus. Mientras que los Turanios de “color amarillo” (chinos y mongoles) se dispersaron por Asia Central y Oriental. En los escritos Arábigo-Iranios se expresan éstos acontecimientos en los siguientes términos: ‘Después del Diluvio, las naciones se establecieron en varios países; entre ellas estaban los Nabateos, que fundaron la ciudad de Babilonia, los cuales eran aquellos descendientes de Cam, que se establecieron en la misma provincia, bajo la jefatura de Nimrod el hijo de Cus, hijo de Cam, y nieto de Noé; el cual recibió el gobierno de Babilonia como delegado de Dzahhak llamado Biourasp…’
Babilonia fue en realidad el crisol de los dos grupos étnicos, que se fusionaron en una rica mezcla de razas pre-adámicas y post-adámicas como los Caldeos, Egipcios, Asirios, Cananeos y los Nabateos. Éstos últimos fueron los descendientes de los antiguos Sabeos adoradores de las estrellas. Todos esos grupos formaron un compendio muy importante de las doctrinas, artes y ciencias humanas del momento.
En términos generales los Arios actuales son descendientes del Adán Amarillo y  los Semitas son los descendientes del Adán Rojo. Las razas y culturas que puedan entrar en uno u otro grupo étnico presentan una mezcla tan fuerte de las influencias contrapuestas de los dos Adanes que es muy difícil identificarlos en términos absolutos. La diferencia de la Cosmogonía Semítica y la Aria, en su origen, es que la primera materializando, humaniza los misterios de la Naturaleza, y la segunda, espiritualiza la materia y supedita siempre su fisiología a lo metafísico.
Los Nabateos por ejemplo, constituyeron una casta elitista de los Sabeos o “adoradores de las estrellas”, pero ellos dedicaron sus esfuerzos místicos en el culto a Nebo, el Dios de la Sabiduría Secreta. Quien no es más que el  representante del planeta Mercurio, conocido como el Dios de la Sabiduría o Hermes, al que los hebreos llamaban Kokab y los griegos Nabo.

En la época del primer Zarathushtra, los antiguos valores Arios estaban en regresión, los Turanios del norte y este de Asia se hallaban en una de sus endémicas persecuciones sobre los Arios, y sus hordas se extendían por todo Asia Central  y la Europa Oriental. Los Semitas ofitas, adoradores de la Serpiente, se enseñoreaban de Egipto, Palestina, Arabia y el norte de África. Sólo Mesopotamia y la India mantenían aún viva la llama de Ram. Dos corrientes se abrieron entonces en la doctrina de los Hijos de Ram, la India y la Mesopotámica. Los Rishis y Brahmanes Indios consideraban al mundo fenoménico únicamente como una ilusión o mundo de engaño, donde todo lo que se perciben son las imágenes del mundo real reflejadas en Maya, con lo cual, lo que se presenta a los sentidos exteriores carece de interés por ser únicamente sombras de la realidad mayor, y la atención debe concentrarse entonces únicamente en la propia interioridad donde la auténtica realidad habita.

Zarathushtra, por el contrario, consideraba el mundo de la realidad exterior al ser humano, como la manifestación y la vestidura exterior de la existencia divino-espiritual, con lo que la ilusión exterior de Maya, es sólo un velo que cubre la vida espiritual y a la que hay que estudiar detenidamente para desentrañar las claves con las que Ahura Mazda teje con hilos de luz la frontera de los mundos. Las diferencias en las doctrinas filosóficas arias en aquella época, ahondaron diferencias y elevaron muros que separaron de forma definitiva a los dos más hermosos troncos de la cultura Aria.

Las luchas Ario-Turanias entre Irán y Turán se desataron violentamente de nuevo y la luz de Ahura Mazda, la entidad Solar volvió a brillar  en la figura de Zarathushtra elevando los valores e ideales Arios en una corriente de fuerza regeneradora. Pero los Arios herederos de Adonai, no fueron los únicos seres que recibieron un impulso evolutivo en aquella época. Los Semitas, hijos de  Iaô, el Regente Lunar,  recibieron el impulso evolutivo asignado cuando una conjunción energética del Sol, Mercurio, Venus, la Luna y la Tierra se produjo. Mercurio-Hermes-Thoth encarnó entre los Egipcios para inducirlos hacia el culto monoteísta de Atón, el espíritu del Sol, en contra del culto ofita de Amón-Jehová. Mientras que Abraham recibió a través de Venus, que es el planeta protector mayor de la Tierra, la visita de  Melki-Tsedek, el Rey del Mundo que le bendijo como sacerdote del Dios Altísimo (Eliom o Eloi), y le trasladó el influjo del sol central planetario.

Estos tres seres encarnados:  Zarathushtra, Hermes-Thoth y Abraham, representando a la Trimurti del Sol, Mercurio y Venus, eran conocidos en la antigüedad como el Hierofante de Tres Cabezas,  o el Tricéfalo de Fuego, representado por el Círculo o cruz Svastika, la cruz Ansata egipcia y la Tau.
Si queremos conocer más acerca de esta apasionante historia, debemos de recurrir, una vez más a Helena Petrovna Blavatsky, la cual es aún capaz de ofrecernos una cronología histórica de nuestra propia raza:
<< Los Iniciados indios leen 900,000 años; durante cuyo tiempo -esto es, desde la primera aparición de la raza Aria, cuando las partes pliocenas de la que fue la gran Atlántida, principiaron a sumergirse gradualmente, y otros continentes a aparecer en la superficie, hasta la desaparición final de la pequeña isla Atlántida de Platón (ver: Timaeus de Platón)- las razas Arias no habían cesado nunca de luchar contra los descendientes de las primeras razas de gigantes. Esta guerra duró hasta cerca del fin de la edad que precedió al Kali Yuga, y fue la Mahâbhârata, o Gran Guerra, tan famosa en la historia india. Tal mezcla de sucesos y épocas, y la reducción de cientos de miles de años a miles, no contradice el número de años transcurridos, con arreglo a la declaración que hicieron los sacerdotes egipcios a Solón, desde la destrucción del último resto de la Atlántida. La cifra de 9,000 años era exacta, pues este último suceso nunca había sido secreto, sino que se había borrado de la memoria de los griegos. Los egipcios tenían sus anales completos, a causa de su aislamiento; pues estando rodeados por el mar y el desierto, no habían sido inquietados por otras naciones, hasta unos cuantos milenios antes de nuestra Era. [ H. P. Blavatsky, La Doctrina Secreta Vol. III ] >>

La “mezcla caldea” entre Arios y Semitas queda reflejada, según Blavatsky, en las siguientes líneas:

<< Ptolomeo, al hablar en su tabla novena de las tribus Kabo1itae o Kabul, las llama. (/Aristo/yuloi)... Aristophyli, las tribus aristocráticas o nobles. Los afghanes se llaman a sí mismos Ben-Issrael, hijos de Is (sa) rael, de Issa, ‘mujer y también tierra’, hijos de la Madre Tierra. Pero un afghan daría muerte al que le llamase Yahoudi (judío). Los nombres de las supuestas doce tribus de los judíos, y los nombres de las doce tribus reales de los afghanes, son los mismos. Siendo los afghanes mucho más antiguos (por lo menos su tronco árabe) que los israelitas, no debe sorprender encontrar entre ellos nombres de tribus como Youssoufzic, hijos de José en Punjcaure y Boonere; Zablistanee (Zabulón); Ben-manasseh, hijos de Manasseh, entre los tártaros Khojar; Isaguri, o Issachar, ahora Ashnagor en el Afganistán, etc. Todos los doce nombres de las llamadas doce tribus, son nombres de los Signos del Zodíaco, según está ahora bien probado. En todo caso, los nombres de las tribus árabes más antiguas, literalmente, dan los nombres de los signos zodiacales, Como asimismo de los hijos míticos de Jacob. [ H. P. Blavatsky, La Doctrina Secreta Vol. III ] >>

 

 

Arka-Maetra:    (Argha)       

Ver también:       Kung; Arquetipo       

El Arka-Maetra, la Medida del Sello Divino, representa un instrumento mágico de primer grado donde se fraguan los objetos mágicos y son moldeadas las formas físicas. Así la Fuerza Creadora moldea el plano físico como si de una melodía sublime se tratase. La clave o tono de esa melodía en este universo local, es el Fa de la escala diatónica, también llamado el Kung, el Gran Tono.

Para descubrir todos los matices de esta ‘Regla de Oro’ nos apoyaremos una vez más en nuestro gran erudito el Marqués Saint-Yves D’Alveydre:

<< ARKA significa el Sol, emblema central del Sello divino. Para que no pueda uno equivocarse y caer en el Sabeísmo antiguo y lo que es peor, moderno, estas Lenguas patriarcales dicen también todo lo que sus guardianes pueden haber olvidado. AR es el Círculo armado de sus radios, la Rueda radiante de la Palabra divina. KA recuerda la Matesis primordial que une el Espíritu, el Alma y el Cuerpo de la Verdad, demostrando así en la Observación por la Experiencia, la Unidad de su Universalidad en el Doble-Universo y en su Triple Estado social. ARK significa la Potencia de la Manifestación, de la Existencia, su Celebración por la Palabra, su solemnización. La inversión de este término: KRA, KAR, KRI, significa crear, llevar a cumplimiento una obra, manifestar una Ley, gobernar, es decir, conservar una creación continuándola, rendir homenaje ilustrando, rendir gloria adorando, caracteres todos que son bien funcionales de la segunda Persona de la Trinidad con respecto a la Primera. El latín dice: ‘creare’, el dialecto celta irlandés dice: Kara-Im.

ARKA va más lejos como Revelación de los misterios del Hijo por la Palabra, en tanto que

Verbo Creador. Es la Palabra misma, cantado con número y ritmo. Es el Himno de los himnos, la

Poesía del Verbo.

MATRA es la Medida Madre, por excelencia, la del Principio; es el Barasheth de los Templos de Egipto, la Bérazet del primer Zoroastro, la BaRatA del Bharata divino.

MATRA, Medida-Madre, es viviente en el Verbo-Dios como todos sus pensamientos creadores, Es ella quien manifiesta en todas las cosas la Unidad, por la Universalidad de sus proporciones internas, la Substancia en función de equivalencias orgánicas distributivas en todos los grados. Lo que precede indica los atributos; pero el mismo término los pone también a los pies de la Madre divina, de la Energía femenina de Dios que él significa. MAeTRA es también el signo métrico del Don divino, el de la Substancia en todos los grados proporcionales de sus Equivalencias. En el Grado psíquico universal, Athma, Amath y Matha, es el Amor femenino, la Bondad maternal de Dios para todos los seres y para todas las cosas; en una palabra, la Caridad universal en su fuente, abrazante y abrasante de las tres Kahalahs, las tres Iglesias en, el IO-GA y el IHO-Va del Verbo. [ Saint-Yves D’Alveydre; El Arqueometro] >>

 

Pero el Arka, también es el Archê (`Arc¿), el ‘espíritu divino de la vida’, que se desarrolla sobre el Caos primordial. Él representa también al Arg o Arka  en el que el germen de la Naturaleza y del propio Hombre, flotan sobre las aguas del gran abismo del Caos. Ese Arka es ocupada por la raza de la cual tiene que salir el “décimo”, el llamado Kalki Avatâra, ella es la raza de reyes nacida en “Argos” (888), el poder femenino generador simbolizado por la Luna. Argos es hoy el Arghyavarsha, la tierra de los antiguos Hierofantes, de donde saldrá el libertador de la Humanidad, el Aryâvarta hindú.

Así, en Los Upanishads, los antiguos tratados hindúes, se narra la bella historia del Arka surgiendo de las aguas de la Muerte:

<< En el principio no había nada. Por la Muerte todo esto estaba callado. La Muerte (el primer ser) pensó: "Deseo tener un cuerpo". Así pues, se postró en adoración. De aquella adoración nació el agua. Al ver el agua, exclamó: "En verdad el agua ( 'ka ') se apareció a mí mientras estaba en adoración ('arkate')". Por este motivo el agua se llama "ar-ka". Ciertamente halla el placer quien conoce la razón por la cual el agua se llama "arka".

En verdad el agua es "arka", y lo que entonces era la espuma del agua se endureció convirtiéndose en tierra. En la tierra descansó la Muerte, y de su descanso y calor nació el fuego, Agni, lleno de luz.

Aquel ser se dividió en tres: Aditya (el Sol), Vayu (el aire) y Agni (el fuego). A su vez el espíritu (prana) se dividió en tres: la cabeza fue el Oriente y los dos brazos el norte y el sur del Oriente; la cabeza fue el Occidente, y las dos piernas el norte y el sur del Occidente; los dos lados fueron el Sur y el Norte; la espalda el cielo, el vientre el firmamento y el polvo la tierra. De este modo, la Muerte permanece firme en el agua. Quien esto conoce, permanece firme adondequiera que vaya. [A. Duperron; los Upanishads] >>

 

 

Arquetipo:           

Ver también:    Kung; Arka-Maetra

El Arquetipo es el tipo soberano y eterno que sirve de ejemplar y modelo al entendimiento y a la voluntad de los hombres, él tiene más significado que la mera figura de guía o referencia. El Arquetipo es la fuente primigenia de todas las cosas creadas por el amor del Padre, es el Kung, el Gran Tono, sobre el que está  construido todo el universo. Trigueirinho Neto nos muestra una visión muy interesante de este concepto:

<< Arquetipo, o Núcleo de energía de síntesis, creado por la mente universal para que actúe como polarizador de la manifestación de estructuras y patrones conductores de la existencia hacia su meta última. En el mundo tangible, cada forma está ligada a un arquetipo, y su trayectoria evolutiva no es más que la aproximación a los patrones que emanan de este arquetipo. Los cuerpos del ser humano están plasmados según parámetros arquetípicos transmitidos por Jerarquías constructoras con ascendiente sobre la vida sideral. Esas Jerarquías imprimen en la matriz cósmica las líneas básicas de esos cuerpos, o sea, el patrón que les corresponde. El arquetipo de un cuerpo emite la nota que sirve de sostén para crear la estructura corporal vinculada a él. Es una idea divina, a partir de la cual se teje esa estructura. [José Trigueirinho Neto; Léxico Esotérico] >>

 

Wilder nos expresa también su idea de la función del arquetipo con estas líneas:

<< El Divino Ser es el Todo, la fuente de toda existencia, lo Infinito, Es agnoscible, El Universo lo revela y por él subsiste. En el principio, Su efulgencia difundióse por doquiera.

De tiempo en tiempo se retira dentro de sí mismo, y de este modo forma en su torno un espacio vacío al que transmite, Su primera emanación, un rayo que contiene el poder generador y conceptivo, De aquí se deriva el nombre de ‘IE’, o Jah. El rayo produce a su vez, el ‘tikkun’, el arquetipo o idea de la forma; y en esta emanación están contenidos macho y hembra, o sean las potencias generadora y conceptiva. De aquí provienen las tres primarias fuerzas: la Luz, el Espíritu y la Vida, El arquetipo se une al rayo o primera emanación, y queda penetrado por él. Por esta unión se relaciona perfectamente el modelo con su infinita fuente, El modelo es el primer hombre, el Adam Kadmón, el macrocosmos de Pitágoras y otros filósofos. De él proceden los ‘sefiroth’. De los sefiroth emanaron a su vez los cuatro mundos, cada uno de los cuales emanó del inmediato precedente, y el inferior envolvió al superior. [Wilder; Neoplatonismo y Alquimia] >>

 

 

 

Arupa:                 

Ver también:    Rupa; Nóumeno            

En el Vishnu Purâna se dice que cada partícula física corresponde y depende de su Nóumeno superior, descendiendo sus cualidades desde “arriba” hacia “abajo” creando la corriente definida en la eterna ley: ‘como es arriba es abajo’.

El Arupa, o ser sin forma, es regido también por esa Regla o Gobierno del Fuego, esta regla divide así el grupo de los seres auto-conscientes entre los Arupa incorpóreos y los Rupa corpóreos o seres vivientes en el plano material o Mâyâ.

 

 

Asceta:           (Ascesis)            

Ver también:   Buddha

El Asceta es aquél que alcanza la iluminación mediante la disciplina del sacrificio. La Ascesis es pues la vida ascética y también las diferentes pruebas ascéticas a las que éste debe someterse.

Dijo Buddha:

<< Quienquiera que desconozca mi Ley y muera en tal estado debe volver a la Tierra, hasta que sea un perfecto o Samani. [Buddha; La Doctrina del Corazón ] >> 

   

 

 Ashram:              

Ver también:     Mahatma Gandhi;  Aparigraha; Sincretismo                

El ashram es una comunidad de seres que se unen a un proyecto de vida integrador y al trabajo en común. Gandhi reprodujo al regresar a la India, una serie de ashram donde organiza entonces las estructuras de las antiguas comunidades Esenias, que tanto habían ayudado a la elevación espiritual de la humanidad antes y después de la llegada de Cristo. 
Pero en lugar de aislarse en su ashram del mundo exterior, como en su tiempo hicieran los Esenios y otras comunidades cristianas; él sentía la necesidad de extender sus ideales mediante la práctica a toda la sociedad hindú, y especialmente a los más desfavorecidos.
Durante los primeros años en la India promovió varias huelgas, y actos “no violentos” en defensa de los campesinos y los obreros textiles de Ahmedabad.
Años después, la acción no violenta (Satiagraha), alcanzaría  a toda la India, en la cual el ayuno purificador (Hartal) era el lazo de unión y purificación de todos los indios a lo largo y ancho del país.
El movimiento por la independencia, aunque no violento, es combatido con extrema dureza por el régimen inglés, lo que termina socavando irremediablemente la legitimidad moral e histórica de la dominación Occidental en Oriente.
Mahatma Gandhi era en su ashram; un kisan (campesino) entre los kisanes, y un harijan (paria) entre los harijanes; compartiendo los trabajos manuales con todos ellos sin distinción de castas, credos o jerarquías; él pregona el trabajo común como escuela de honradez, despreciando cualquier lujo o alimento que no pueda ser obtenido por el más pobre de los campesinos indios.
Gandhi continuó su peregrinaje por toda la India preparando al pueblo para el Swaraj o gobierno de sí mismos; pregonando siempre la pureza de medios:
<< Nuestra certidumbre de alcanzar el fin, depende por completo de la pureza de nuestros medios. El odio no puede ser vencido por el odio, la violencia provoca siempre una violencia mayor... [Mahatma Gandhi] >>

 

 

Ashtar Sheran:    (Nave Alfa)                      

La Nave Alfa es una gran base móvil, una inmensa ciudad en cuyo seno grupos de consciencias estelares trabajan definiendo los procesos de cura, harmonización y transformación de las especies terrestres, preparándolas, según los arquetipos lumínicos procedentes del gobierno central, para el cambio evolutivo que éste planeta deberá asumir en breve. En esa nave, se desarrolla el control de la transmutación de energías cósmicas, el cambio genético y la modificación del sistema energético de los seres humanos, así como el de los demás reinos de la naturaleza que acompañarán al planeta en su transformación.
Su comandante en jefe es  Ashtar Sheran, una alta jerarquía cósmica de un gran ámbito de influencia, pues mantiene contacto con varias energías extra-galácticas que unifican los procesos de cambio entre galaxias lejanas. Ashtar Sheran promueve transformaciones potentes entre todas las jerarquías y especialmente entre los seres humanos, en los cuales ejerce su influencia.
Trigueirinho Neto tiene una importante revelación que hacernos acerca de Ashtar Sheran:

<< Ashtar Sheran fue conocido en el pasado como Arcángel Miguel. Tiene bajo su comando varias áreas del Hemisferio Norte. Trabaja en la transmigración de las fuerzas involutivas del aura de la Tierra, y las leyendas antiguas sobre el Arcángel Miguel hacen referencia a ello. Es una de las Jerarquías que alimentan la llama del despertar del nuevo hombre y, para muchos, unirse a ella es un requisito para elevar la calidad vibratoria del mundo terrestre. Cada individuo absorbe su irradiación en la medida de la propia apertura. La dedicación total al cumplimiento del Plan Evolutivo es la marca de los que son tocados por esa energía de amor y poder; ella deja en el corazón del hombre el llamado al retorno a su origen cósmico.     [ José Trigueirinho Neto; Léxico Esotérico] >>

 

 

Asura Maya:   (Astrología)                

Ver también:      Asuras; Suras        

Asura Maya, el gran sabio Atlante, determinó la duración de todos los períodos geológicos y cósmicos pasados, así como la duración de los ciclos futuros hasta el final de ésta Ronda Planetaria en la culminación de la Séptima Raza.
Definió así mismo el ciclo e influencias de las constelaciones y planetas en el ámbito terrestre y humano. Todos los templos y observatorios Astrológicos Atlantes han estado basados en las leyes, orientaciones y medidas que el astrónomo y mago Asura Maya promulgó en su época.
Los anales zodiacales Atlantes eran perfectos y estaban correlacionados con las posiciones e influencias estelares de aquel momento. Obviamente hoy en día están desactualizados, puesto que no se puede separar el estudio de las interrelaciones y las influencias de los cuerpos celestes con el flujo de energías que tienen como sostén el trabajo de los espejos situados en los núcleos sutiles intraterrenos actuales. La Astrología, en la época Atlante, era una ciencia que solamente se dominaba en las más altas iniciaciones y que era usada como guía y patrón de todas las actuaciones, desde las actividades de cura hasta las más altas transmutaciones planetarias. La civilización actual terrestre ha convertido hoy esa importante  ciencia antigua en una mera pantomima supersticiosa; porque el hombre se distanció de la fuente reveladora de realidades más amplias y se aferra hoy únicamente al ámbito psicológico.
El ser humano actual no tiene en cuenta que en realidad las constelaciones, son meros cuerpos físicos, sino expresiones de grandes entidades que sirven de referencia para identificar los efectos de los arquetipos cósmicos sobre la consciencia del hombre y sobre la vida planetaria.  La influencia astral no se limita solo al cuerpo de la personalidad, sino también al alma, y en éste planeta, incluso a la Mónada misma, pero el horóscopo de la personalidad, raramente coincide con el de los cuerpos superiores, que se equilibran con otros signos ardientes, configurando un intrincado y complicado entramado de influencias astrales que el hombre actual está muy lejos de comprender.

Helena Petrovna nos relata la apasionante leyenda de este enigmático personaje:

 << Los cómputos que se dan en Manu y en los Puranas, son, como ya se ha dicho, idénticas a las que se enseñan en la Filosofía Esotérica. Esto puede verse comparando las dos en cualquier calendario indo de ortodoxia reconocida. El mejor y más completo de tales calendarios, en el presente, según atestiguan los brahmanes instruidos de la India del Sur, en el calendario tamil, llamado el Tirukkanda Panchanga, compilado, según se nos ha dicho, de los fragmentos secretos de datos de Asuramaya, con los que está por completo de acuerdo. Así como se dice que Asuramaya ha sido el astrónomo más grande, se susurra también que ha sido el "Brujo" más poderoso de la “Isla Blanca, que se había tornado Negra por el pecado”, esto es, de las islas Atlantes.

La " Isla Blanca " es un nombre simbólico. Se dice que Asuramaya vivió, según la tradición, del Jñâna-bhâskara, en Romaka-pura, en Occidente; porque el nombre es una alusión al país y cuna de los "Nacidos del Sudor" de la Tercera Raza. Ese país o continente había desaparecido edades antes de que Asuramaya viviese, puesto que él era un Atlante; pero él era un descendiente directo de la Raza Sabia, la Raza que nunca muere. Muchas son las leyendas concernientes a este héroe, el discípulo de Sürya, el Dios-Sol mismo, según expresan los relatos indos. Importa poco que haya vivido en una u otra isla; la cuestión es probar que no fue un mito, como el Dr. Weber y otros han querido hacer creer. El hecho de que Romaka-pura, en Occidente, sea mencionada como la cuna de este héroe de las edades arcaicas, es tanto más interesante a causa de lo que sugiere acerca de la enseñanza esotérica sobre las Razas Nacidas del Sudor, los hombres nacidos de los "poros de sus padres." "'Roma-Kûpas" significa los "poros del cabello" en sánscrito. En el Mahâbhârata se dice que unas gentes llamadas Raumas fueron creadas de los poros de Virabhadra, el terrible gigante, que destruyó el sacrificio de Daksha. Se mencionan también otras tribus y gentes nacidas del mismo modo. Todo esto son referencias a los últimos tiempos de la Segunda Raza-Raíz y a los primeros tiempos de la Tercera. [ H. P. Blavatsky, La Doctrina Secreta Vol. III ] >>

 

 

Asuras:           (A-Sura)            

 Ver también:          Suras           

Los propios Asuras, nacidos libres, se encadenaron por sus actos a los ciclos de encarnaciones de la raza humana evolucionaria. Los Hijos de la Sabiduría que “retardaron” sus encarnaciones hasta finales de la Cuarta y comienzo de la Quinta Raza, ya manchadas fisiológicamente con el error y la impureza, produjeron una causa cuyo resultado kármico pesa en ellos hasta hoy en día. Causa que marcó su caída, según rezan los textos arcanos:
<< Los Sura se convirtieron en los “A-Sura”. Así, los Dioses se tornaron en No-Dioses…   [Wilson; Vishnu Purâna] >> 


 
Aunque los Suras y otras entidades  celestes como los Dhyân Chohans, y los Pitris, se dividieron en varias proporciones entre los distintos bandos, fueron los Suras (A-Suras después de la caída), los que mayoritariamente apoyaron a Ialdabaoth, el Regente Galáctico a través de sus representantes en este sistema, Ildabaoth y Ahriman.

La terrible guerra que enfrentó a los ‘Hijos de Dios’ contra los ‘Hijos de la Sombra’ determinó que estos últimos fueran llamados en el Rig Veda: “A-suras; los enemigos de los Dioses”. Pasando a ser denominados en las escrituras judío-cristianas  como: “Ángeles Caídos”. Esta famosa historia es una constante en todas las Teogonías antiguas, tal y como ocurre en la zoroastriana y hasta en las leyendas hindúes, chinas y tibetanas; marcando un hito muy especial en los Panteones de sus Deidades.

 

 

Asvattha:  (Ashvattha)    (Árbol del Edén)   (Árbol del Conocimiento)                              

Ver también:    Sephiroth; Chakras; Ofitas      

El Ashvattha es el Árbol del Conocimiento, o Árbol del Edén, ha sido confundido con el Árbol de la Vida, manifestación energética y fenoménica de los más altos arquetipos celestes, que fue traído a este planeta como fuente de regeneración y de vida. El Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, es el propio árbol microcósmico humano, que ha sido conocido como el Árbol Sephirótico Kabalístico, el Zampun tibetano, el Árbol Santo (hecho por Ahura Mazda), el Ask Norse, el árbol Ash de Hesíodoto, el Tzité del Popol Vuh, el Ashvattha indio y hasta el Gogard helénico. Todas ellas no son sino representaciones del “Árbol” que personifica al hombre mismo y a la “Serpiente” que mora  en su interior. Este Árbol del Conocimiento, como es conocido por los iniciados de todas las épocas,  no es solamente el Manas, o Mente Consciente, sino el conjunto de los núcleos energéticos que constituyen la estructura sutil de los humanos de superficie.

El Caduceo de Mercurio guarda también un terrible secreto, las dos cobras que se enroscan sobre el tronco del  Asvattha, o Árbol de la Vida, están entrelazadas en un estrecho abrazo que comienza con las colas juntas sobre la tierra o Mundo Manifestado, y termina con las cabezas rampantes de las dos serpientes sobre las alas negras del Hansa o Cisne de la Vida. El simbolismo de las “serpientes” fue el adoptado por los llamados “iniciados ofitas” humanos, que ansiaban la elevación desde la materia al espíritu mediante el desbloqueo de las ataduras del Kundalini. Pero realizando ésta por medio de la única y simple voluntad del ego humano, y a despecho del nivel evolutivo de los cuerpos superiores Monádicos.

Ésta clave oculta y la práctica que trajo consigo, representó la única vía de escape de los Asuras encerrados en la materia que no querían enfrentarse a los rigores de la evolución espiritual y a la que se unieron la mayoría de los seres más “desarrollados” de la humanidad base, los cuales, habían sufrido anteriormente, la involución desde la luz del conocimiento hacia las cadenas materiales.  

Helena Petrovna Blavatsky nos habla de ello en el siguiente párrafo:

<< La Serpiente, el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, y el Árbol de la Vida, son todos símbolos trasplantados del suelo de la India. El Arasa-maran, el ‘banyan’ tan sagrado entre los indos -desde que Vishnu, en una de sus encarnaciones, reposó bajo su inmensa sombra y enseñó allí filosofía y ciencias humanas-, se llama el Árbol del Conocimiento y el Árbol de la Vida. Bajo la sombra protectora de este rey de los bosques, los Gurús enseñan a sus discípulos sus primeras lecciones sobre la inmortalidad, y los inician en los misterios de la vida y de la muerte. Los Java-Aleim del Colegio Sacerdotal, se dice en la tradición caldea que han enseñado a los hijos de los hombres a poder ser como ellos. Hasta hoy día. Foh-tchou (en chino: Buddha), que vive en su Foh-Maëyu, o templo de Buddha, en la cima del Kouin-Long-Sang (localizado entre la China y el Tibet), la gran montaña, produce sus mayores prodigios religiosos bajo un árbol llamado en China: Sung-Ming-Shu, o el Árbol del Cono-cimiento y el Árbol de la Vida, pues la ignorancia es la muerte, y sólo el conocimiento da la inmortalidad. Esta escena maravillosa tiene lugar cada tres años, con un concurso inmenso de budistas chinos que se reúnen en peregrinación en el santo lugar. [H. P. Blavatsky, La Doctrina Secreta Vol. III ] >>

 

La Esencia Divina, Ishva-Ra, es Rey y Señor de los Alhim, las fuerzas activas del universo, y aparece en la imaginería Hindú sentado sobre el Tigre que encarna a la fuerza del Verbo Creador representando a sí mismo las rayas del tigre a las ondas lumínico-energéticas y espacio-temporales que generan los mundos manifestados. Las aguas que rodean a la figura sedente son las Aguas del Espacio, el Khum, la Oscuridad Madre de todos los seres. El tridente representa el Triloka, el gobierno de los Tres Mundos, y la Serpiente de Sabiduría arrollada a su cuello, significa la Mente Cósmica que se enrosca sobre el tronco del  Asvattha, o Árbol de la Vida, fructificándolo. Por último el nudo  que forma su cabello en lo alto de su cabeza, y del cual sale un arco iris, es una metáfora que está aludiendo a Nat, el nudo y  a Our, la luz viviente, las cuales simbolizan la Nat-Our, la “Naturaleza” en la primera correspondencia de la Luz Inaccesible.

El Árbol del Conocimiento es pues la propia figura humana en elevación hacia la Divinidad, en la Kabalah es representado por el Árbol Sephirótico, tal y como nos lo indica Rabí Schimeón:

<< Venid y ved. Está escrito: Soy Yo mismo en todos los seres. Desde el principio soy,  y en las postrimerías de todos estoy también completo.

Todo es Él, pues todo lo revela; Él se oculta en cuanto existe. Su soplo anima todo lo que respira... No cambiará, no cambia, no ha cambiado. No tiene forma pero se adapta a la nuestra; toma para nosotros la forma que contiene todas las formas, y el nombre que abarca todos los nombres. [Éliphas Lévi; El Libro de los Esplendores]>>

 

 

Atlante:          (Raza Atlante)   (Atlántida) (Poseidonis) 

Ver también:         Daityas; Âdityas          

El rey Thevetat fue uno de los últimos Reyes Atlantes bajo cuya influencia maléfica la raza atlante se convirtió en una nación de magos perversos. Pero no todos los Asuras encarnados en la raza Atlante optaron por el rebelde príncipe planetario Ahriman, sino que muchos Asuras se asociaron al  Logoi Planetario Terrestre junto con los Hijos de la Voluntad y del Yoga, la raza intraterrena que por aquel entonces tomó partido y se involucró con la causa del Logoi.

Como consecuencia de esas luchas, los Asuras, Devas y otros seres de un amplio espectro entre los que se encontraban los reyes y el pueblo atlante, se dividieron en dos bandos irreconciliables sobre la faz del planeta que forzaron a una guerra global a los dos vastos continentes Atlantes existentes en aquel tiempo: Kusha, el continente situado en la actual zona Atlántica sobre el Trópico Norte y Mú, situado en la zona subtropical del Pacifico.

El rey Thevetat, al mando de los Daityas y los diablos Râkshasas que controlaban el continente de Kusha  luchó cruel y encarnizadamente contra los Âdityas y los Sâdhus o sabios guías de la Raza Atlante, liderados por Roth, el príncipe adyta que guiaba a las fuerzas intraterrenas y a los habitantes del continente de . Las terribles consecuencias de la devastadora guerra concluyeron con el segundo y definitivo diluvio Atlante. Esta guerra, además, decidió los destinos de los dos pueblos, el intraterreno y el perteneciente al mundo de superficie en dos culturas separadas y realidades diferentes dentro del mismo planeta. Los vestigios de esta terrible guerra quedaron grabados en la mente colectiva de la humanidad actual y reflejados en muchas de sus leyendas tradicionales, en las cuales, aún se llora la partida de los Elfos (Âdityas) hacia la Isla Sagrada (Âgarttha). Este segundo diluvio, acabó con las últimas grandes civilizaciones Atlantes situadas en las penínsulas de Ruta y Daitya, dejando únicamente un remanente de la cultura Atlante en la isla de Poseidonis, la misma que sería destruida miles de años después como consecuencia de las acciones geológicas que habían fragmentado los últimos restos del gigantesco continente Atlante de Kusha, y desecho el continente de Mú.

Esta historia que parece sacada de un libro de Tolkien, en el que elfos y humanos luchan codo con codo contra magos perversos y orcos gigantescos, nos dejaría indiferentes, a no ser que exista algo más…

Los amantes de las pruebas “irrefutables” se sentirán defraudados por las siguientes leyendas y tradiciones arcaicas que narran una y otra vez la misma historia a través de los siglos, de lenguas distintas y de culturas totalmente diferentes y, situadas además en los más diversos puntos del globo. ¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿Hubo una confabulación en aquellos remotos tiempos para que todas las culturas contasen las mismas historias referentes al diluvio y a los gigantes castigados mediante el agua…?

Comencemos pues por el clásico de los clásicos, el Timaeus; en el que Platón narra lo que los sabios del antiguo Egipto (Los sacerdotes de Saïs)  habían contado a Solón acerca de la isla de Poseidonis:

<< No conocéis esa nobilísima y excelente raza de hombres, que habitó una vez vuestro país (la Grecia pre-helénica), de quien vos descendéis así como todos vuestros actuales estados, aunque sólo un pequeño resto de esta gente admirable es la que ahora queda (refiriéndose  a los Cíclopes mitológicos de las fábulas homéricas). Estos escritos relatan la fuerza prodigiosa que dominó una vez vuestra ciudad, cuando un potente poder guerrero, precipitándose desde el mar Atlántico, se extendió con furia hostil sobre toda Europa y Asia…   [Platón; Diálogos - Timaeus] >>

 

Precisamente la mítica Atlántida, la Poseidonis de Platón nos brinda una oportunidad única para entender la clave Atlante, pues esa isla constituyó un “fósil” viviente, un anacronismo en el tiempo que nos permite rastrear por medio de los restos arqueológicos y las culturas proto-históricas del Mediterráneo su glorioso pasado. El Timaeus de Platón es por tanto una auténtica joya histórica de inapreciable valor.

Según lo narra Platón, existía una isla frente a las dos ‘Columnas de Hércules’, situadas geográficamente a ambos lados del estrecho de Gibraltar llamada Poseidonis, también denominada Atlántida por otros autores, cuyos reyes eran dueños de un espléndido imperio insular y continental que se extendía por todo el Mediterráneo, por la costa africana hasta Libia y en la europea hasta Tirrenia.

Solón comenta a Kritias en esos mismos diálogos entre Timeo y Sócrates, narrando que ese imperio Atlántico en expansión, provoca una guerra abierta contra Grecia (jonios) y Egipto (hacia el 9600 a.C.), las cuales, eran entonces las únicas potencias culturales del Mediterráneo, con independencia de los Poseidónicos y sus colonias (tartesios, etruscos, aqueos de Creta, libios, etc.) escuchemos lo que Solón explica a Kritias sobre dicha guerra:

<<  En esta isla de Atlántica se formó una grandiosa y admirable potencia integrada por reyes que dominaban toda la isla, otras más y algunas zonas del continente. Además de esto gobernaban sobre los que vivían en el interior de Libia hasta Egipto, y de Europa hasta Tirrenia. Toda esta potencia tras concentrarse en una sola, intentó en una ocasión esclavizar vuestra tierra (la Grecia pre-helénica), la nuestra (el Egipto proto-histórico) en un solo ataque. Fue entonces, Solón, cuando la fuerza de vuestra ciudad legó a ser manifestada a todos los hombres en virtud y poder… En el tiempo siguiente sobrevinieron un violento seísmo y un cataclismo; sucedió durante un día y una noche terribles, y toda vuestra casta guerrera se hundió bajo la tierra, y la isla Atlántica tras hundirse de igual manera bajo el mar, desapareció. [Platón; Diálogos - Timaeus] >>

 

Pero volvamos a la ‘Isla de los Bienaventurados’: En el extremo Oriental de la isla reinaba uno de los diez hijos de Poseidón llamado Gádeiros, entre los que el dios había repartido la magnífica isla. Este extremo Oriental había recibido por tanto el nombre de Gadiriké en honor de su rey, y sus posesiones continentales más próximas el nombre de Gádeira (Cádiz). Constituyendo ésta, la región continental más próxima a la isla Atlante, que seria con el tiempo, el floreciente reino de Tartessos (costa Atlántica española: Huelva, Cádiz y Tarifa). La grandiosidad de este imperio Atlante la narra Kritias por boca de Platón:

<< Habían acumulado los reyes de la Atlántida riquezas en tal cantidad, que seguramente nunca antes de ellos, una casa real las poseyó en número tan grande ni las poseerá fácilmente en el porvenir. Disponían de todo aquello que la ciudad y los campos eran capaces de producir. Pues aunque era mucho lo que recibían del exterior, merced a su imperio, la mayor parte de los productos necesarios para la vida los suministraba la isla por sí sola. En primer lugar, todos los metales duros y maleables que se pueden extraer de las minas y, entre ellos, aquel que en la actualidad sólo de nombre se conoce: el oreíchalkos (oricalco o cobre de montaña). Existía entonces, además del nombre, la substancia propia de este metal, que se extraía de la tierra en muchos lugares de la isla y que después del oro, era el metal más apreciado en aquel tiempo. [Platón; Diálogos - Kritias] >>

 

Con el hundimiento final de la ‘Isla de los Bienaventurados’ datada en unos 9000 años según Solón (9600 a. C.), el imperio de Poseidonis muere lentamente al desaparecer su corazón bajo las aguas, no así su influencia cultural en los distintos pueblos que ocupaban entonces las costas del Mediterráneo, aunque éstos, con el correr de los siglos, gradualmente se vuelven autóctonos estableciendo sus apropiadas y diferentes costumbres, creando así una idiosincrasia propia como pueblos independientes.

¿Quiénes eran estos grupos afines y cuales son sus costumbres...? Curiosamente tenemos que remontarnos muchos miles de años después en el tiempo para encontrar los nombres de esos pueblos: 

Durante el reinado de Ramses III (1183-1152 a.C.) Egipto se enfrenta a una difícil situación militar en su zona de influencia, Hatti había caído y con ella el Imperio Hitita, Troya destruida en el 1184 a.C. sólo eran unos indicadores del inmenso colapso que estaba afectando a Asia Menor y buena parte del mediterráneo Oriental, como lo demuestra la caída de Micenas, la desolación de Chipre y la destrucción de ciudades como Ugarit, Alalak, Enkomi, Katna, Niya, Karkemish y otras que quedaron devastadas en tal medida que nunca más fueron pobladas nuevamente. La causa de todo este imponente éxodo de pueblos que cambiaría completamente el equilibrio de fuerzas y la economía en el Mediterráneo, lo crearía un gigantesco movimiento de expansión procedente de Asia central.

Esta gigantesca égida la crearon los pueblos arios, representados por los cassitas, que procedentes de las distintas oleadas de tribus originarias de los Arianni expulsados de Agarttha (2500 a.C.), conquistarían el alto Indo e Irán en el 1700 a.C., irrumpiendo ahora en el mediterráneo a través de Mesopotamia, creando tres grandes reinos: el hurrita de Mitani, la Babilonia amorrea y el Imperio Hitita. Esta nueva fuerza político-militar y cultural que introduciría la cultura indo-europea en el mediterráneo y su idioma el sánscrito, constituyó una amenaza sin precedentes para los restos de la cultura Poseidónica (Atlante), la cual reaccionó como un solo hombre ante la incontenible invasión Arianni, agrupándose en la confederación de los ‘Pueblos del Mar’, aquellos que formaron en un tiempo remoto el imperio continental de Poseidonis.

Los Pueblos del Mar atacaron ferozmente al recién llegado enemigo, destruyendo el Imperio Hitita y su capital Hatti. Troya es otra muestra más de la alianza de los Pueblos del Mar contra los primeros Arianni que se establecieron en el Mediterráneo, como lo demuestra las cruces svásticas encontradas en sus ruinas. En este caso, los griegos estaban  representados por los Aqueos, tal y como lo narra Homero en la Iliada, aunque esta alianza helénica está personificada sólo de forma muy parcial y referida a un hecho concreto.

Y es precisamente después de la caída del Imperio Hitita, durante el reinado de Ramses III, cuando se produce una decisiva batalla entre Egipto y los Pueblos del Mar que acaba con la victoria de Egipto, tal y como se aprecia en el relieve del templo de Medinet Habu. Aunque existían ya registros durante el reinado del faraón Merneptah (1224-1205 a.C.) del acoso de estos Pueblos del Mar contra Egipto, debido a la presión que ejercieron ellos asociados a los mashuash y los kahak, pueblos asentados en la costa de Libia, que incluso habían llegado a tomar, por aquel entonces, el brazo occidental del delta del Nilo.

¿Porqué Egipto se enfrentó a sus antiguos enemigos, representados por la confederación de los Pueblos del Mar, con los que había aprendido a convivir en paz durante miles de años después de la caída del antiguo Imperio Poseidónico...? Máxime, cuando lo más lógico por su parte sería, además, ayudar a quién derrota al peligroso enemigo Hitita…

La respuesta no parece sencilla, pero hay que entender que Egipto tradicionalmente ha sido una potencia continental y no naval, con lo que sus intereses particulares distarían mucho de los intereses de los demás socios históricos. También es cierto que tanto los hurritas de Mitani, como los hititas y amorreos, constituían una amenaza para las fronteras continentales de Egipto, pero en ese punto es donde nos encontramos con un hecho sorprendente:

Egipto en aquellos días se hallaba en pleno apogeo de su Imperio Nuevo, constituido por las dinastías XVIII y XIX, en las cuales sus faraones extendían un poder casi absoluto en el Medio Oriente. Pero esas dinastías curiosamente no pertenecían a las anteriores dinastías de faraones semitas, sino que éstas habían sido establecidas por los invasores hicsos hacia el año 1580 a.C. Los hicsos eran amorreos, es decir Arianni, que además, conquistaron Egipto de una forma inverosímil, si la comparamos con la manera violenta en la que sus antepasados conocidos como los purandara (los destructores de ciudades) ocuparon el Valle del Indo hacia 1.700 a.C.

Esta vez la ocupación fue firme pero sin ¡blandir una espada!. La dominación hicsa no fue entendida en Egipto como una opresión sino como una “ocupación pacífica” por un pueblo de “superior cultura”, esta sorprendente expresión la extraemos de los escritos de Manetón, sacerdote tolemaico del siglo III a.C.:

<< Por motivos que desconocemos la cólera de Dios descargó sobre nosotros, pues sorprendentemente unos extranjeros de procedencia oriental, invadieron nuestro país y lo conquistaron sin tomarse la molestia de desenvainar la espada. [Manetón; Ægyptiaca] >> 

 

Vemos pues que el sorprendente poder de Egipto en ese período, es debido a unas dinastías procedentes de la poderosa cultura indo-europea venida de Oriente, lo que nos hace sospechar de la “lealtad” egipcia hacia sus antiguos socios mediterráneos.

Sea como fuere, el nombre de los pueblos que fueron derrotados por Ramses III es muy esclarecedor, pues en ellos encontramos gentes venidas de todo el Mediterráneo. Así encontramos a los mashuash y los kahak (pueblos de la costa de Libia y Tartessos en la costa occidental de España), los shakalush (sículos, habitantes de Sicilia), los turush (tyrsenos o tirrenos, también conocidos como etruscos y habitantes de la Toscana en Italia), los aqayauas (aqueos, de Grecia y Creta), los luku (licios o licaonios, habitantes de Milias en Turquía), los shirdan (sidonios de Sidón en la costa del Líbano) y otros muchos de procedencia ignota como los zikar, los pulsata, los danuna y los washash.

Evidentemente, una concentración de pueblos procedentes de todos los puntos del Mediterráneo, desde Cádiz hasta Grecia, y desde la Toscana hasta Libia, que derrotasen al Imperio Hitita y desafiasen al Egipto del Imperio Nuevo, es algo muy difícil de explicar desde el punto de vista “oficial” de simple congregación de piratas. Aunque esta confederación sería perfectamente explicable si consideramos a estos pueblos como los últimos vestigios del Imperio Poseidónico.

Un punto de especial interés lo marcan los mashuash; este pueblo descrito por el faraón Merneptah como asentado en la costa Libia, es identificado por otros autores como procedente del reino de Tartessos, según se desprende de las citas de Polibio al traducir un tratado entre Roma y Cartago, en las cuales los tartesios o mastienos, eran denominados Mastia Tarseiou. Así mismo, en un libro apócrifo de la Biblia denominado Libro de los Jubileos, datado hacia el año 950 a.C., se puede encontrar el nombre de Mesech para denominar a la Península Ibérica.

La denominación de ibero, sería por tanto muy posterior, y relacionada con la palabra iber, eban o ibai que significa río, y de similar fonética entre los dos grandes pueblos primitivos de la península: Los tartesios asentados en el río Tartessos (Guadalquivir) y los vascones asentados a su vez en el río Iber (Ebro).

Aparentemente la identificación del reino de Tartessos como foco y punto principal de la cultura Poseidónica, puede parecernos algo exagerado actualmente, sin embargo no se lo parecía así a los primeros fenicios y griegos clásicos que arribaron a Iberia. Estrabón (63 a.C.-24 d.C.) citando a Posidonio (100 a.C.) afirma que los turdelanos (descendientes de los tartesios) tenían escritos de 6000 años de antigüedad, de caracteres muy arcaicos que escribían formando espirales o grecas continuadas en lugar de líneas rectas como griegos y latinos. Estrabón asigna un número de ciudades no inferior a 200, las cuales configuraban un área metropolitana no inferior al de la Hélade clásica en tiempos posteriores.

Una confirmación acerca del número de ciudades de la Turdelania Hispalense nos la ofrece Plinio el Viejo que sobre el año 0, nos habla de 170 ciudades, lo que nos da un índice de 40 ciudades perdidas en un siglo como media.

Efectivamente, desde la derrota de los Pueblos del Mar a manos de Ramses III, no se vuelve a oír hablar de ellos, es más, éstos desaparecen lentamente a manos de las potencias orientales que cobran brillante esplendor y fuerza militar en el mediterráneo; etruscos,  libios, sicilianos y turdelanos desaparecen. Solamente griegos y fenicios parecen aprovechar adecuadamente el impulso de la cultura indo-europea haciéndose con el control total del Mediterráneo, hasta la llegada de Cartago y Roma.

Pero esta parte de la historia, es mucho más reciente que la de la auténtica Atlántida pre-diluviana, el reino de los terribles gigantes y de las obras faraónicas que éstos llevaron a cabo, como lo cuenta Burmeister

<< Sin embargo, aún en los días de Platón, exceptuando a los sacerdotes, nadie en Egipto parece recordar claramente a los míticos gigantes que les precedieron. La causa, es que según esos mismos sacerdotes, esa raza de gigantes habitó el delta del Nilo desde el período comprendido entre los 400,000 años hasta la primera glaciación (asimilada al diluvio) hace unos 250,000 años. La Gran Pirámide que según la ciencia moderna no puede tener más de 6,000 años de antigüedad, es evidentemente muchísimo más antigua, basándose en unos ladrillos encontrados a diversas profundidades en el limo del Nilo, y al gradiente de deposición del mismo, su antigüedad se cifra en 14,000 años, y por tanto la pirámide puede ser datada como mínimo en 20,000 años  de antigüedad. [Burmeister; Man before Metals] >>

 

La incongruente explicación “científica” de la construcción de las pirámides con la conocida “tecnología” de construcción del año 6,000 a.C. es eclécticamente inverosímil, por muy “científica” que pretenda ser.

Lo mismo ocurre con los gigantescos dólmenes y templos extendidos por Asia, Europa, América y África, donde se encuentran piedras gigantescas alineadas o ensambladas con escrupulosa pulcritud, que desafían toda lógica constructiva con los métodos conocidos en las épocas “oficiales” de datación de esos monumentos.

Pero lo realmente interesante no son los hechos en sí, sino las leyendas… ¡A los soñadores nos gustan tanto…!

Todos esos monumentos gigantescos, y en muchos casos antediluvianos, han mantenido un halo de leyenda muy instructivo, por ejemplo: Los Nuraghi, llamados las tumbas de los gigantes en Malabar e India, son llamados también las tumbas de los Daityas (gigantes); en Lanka, en Rusia y más concretamente en Siberia, se les llama Koorgan y son conocidos popularmente como las sepulturas de los Hombres–demonio o Râkshasas.

Las leyendas narran a gritos lo que el hombre moderno no quiere oír debido a su orgullo: ‘Que existieron grandes civilizaciones y grandes ciudades cuya belleza incomparable haría palidecer a la anárquica e inarmónica estructura de nuestras mejores ciudades’.

Son tantos los vestigios de nobles y antiguas razas que vivieron en las mismas tierras que hoy ocupamos los tristes y desfallecidos humanos actuales que estos restos llenan las patéticas salas de nuestros museos, siendo solo una ínfima muestra de los tesoros que la Antigüedad aún nos oculta debido a nuestra propia inmadurez.

En Palmira, en Midian y en Galilea existió una raza esbelta y fornida que exhibía las formas del cráneo  completamente distintas del hebreo o árabe actual. Ella construyó los misteriosos círculos de piedra de Galilea, cuyos últimos representantes fueron llamados los Gigantes o Filisteos (Nephilim), entre los que se encuentra el Goliat de La Biblia.

Tertuliano asegura que en su tiempo había en Cartago cierto número de gigantes. Filostrato habla de un esqueleto gigante observado por él en el promontorio de Sigeo, y nos habla de otro visto por Messecrates de Stira, en Lemmos, “horrible de contemplar” -según Filostrato-. Plinio habla de un gigante en quién creyó reconocer a Orión, y Plutarco declara que Sertorio vio la tumba de Anteo el Gigante. Pausanias, así mismo, atestigua la existencia real de las tumbas de Asterio y Gerión, hijos de Hércules. Curiosas evidencias de los gigantescos habitantes de la tierra antediluviana son recogidas por San Agustín cuando nos cuenta:

<< De la vida larga que tuvieron los hombres antes del Diluvio, y cómo era mayor la estatura de los cuerpos humanos:

Todo el que prudentemente considerare las cosas, comprenderá que Caín no sólo pudo fundar una ciudad, sino que la pudo también fundar muy grande en tiempo que duraba tanto la vida de los hombres, aunque alguno de los incrédulos e infieles quiera disputar acerca del dilatado número de años que, según nuestros autores, vivieron entonces los hombres, y diga que a esto no debe darse crédito. 

Porque tampoco creen que fue mucho mayor en aquella época la estatura de los cuerpos de lo que son ahora, y, sin embargo, su nobilísimo poeta Virgilio, hablando de una grandísima peña que estaba fija por mojón o señal de término en el campo, la cual en una batalla un valeroso varón de aquellos tiempos arrebató, corrió con ella y la arrojó, dice que “doce hombres escogidos según los cuerpos humanos que produce el mundo en nuestros tiempos apenas la hicieron perder tierra”, significándonos que hubo tiempo en que acostumbraba la tierra a producir mayores cuerpos. ¡Cuánto más sería en los tiempos primeros del mundo, antes de aquel insigne y celebrado Diluvio!

En lo tocante a la grandeza de los cuerpos, suelen convencer y desengañar muchas veces a los incrédulos las sepulturas que se han descubierto con el tiempo, o por las avenidas de los ríos, o por otros varios acontecimientos donde han aparecido huesos de muerto de increíble tamaño.

Yo mismo vi, y no solo, sino algunos otros conmigo, en la costa de Utica o Biserta, un diente molar de un hombre, tan grande, que si le partiera por medio e hicieran otros del tamaño de los nuestros, me parece que pudieran hacerse ciento de ellos; pero creo que aquél fuese de algún gigante, porque fuera de que entonces los cuerpos de todos generalmente eran mucho mayores que los nuestros, los de los gigantes hacían siempre ventaja los demás; así como también después, en otros tiempos y en los nuestros, aunque raras veces, pero nunca faltaron algunos que extraordinariamente excedieron la estatura y el tamaño de los otros. Plinio II, sujeto doctísimo, dice que cuanto más y más corre el siglo, produce la Naturaleza menores los cuerpos; lo cual también refiere Homero en sus obras, no burlándose de ello como de ficciones poéticas, sino tomándolo, como escrito de las maravillas de la Naturaleza, como historias dignas de fe. [San Agustín; La Ciudad de Dios] >>

 

El Abate Pegues afirma en su obra Les Volcans de la Grèce, que ‘en la vecindad de los volcanes de la isla de Tera, se encontraron gigantes con cráneos enormes que yacían bajo piedras colosales’.

Finalmente Beroso nos habla de Titea o Titaea Magna, la madre de los Titanes y esposa de Noe o Na-Noah, y cuyos hijos son los Siete Kabiri: Koeus, Kroeus, Phorcys, Cronus, Oceanus, Hyperion e Iapetus; los Arkitas (descendientes del Arka) fundadores de las Siete Razas de color.

Si hubo un Arca y un Noé sin duda debió de haber un Diluvio y un continente perdido… Y de eso precisamente nos habla Donnelly:

<< El gran Continente perdido puede quizás haber estado situado al Sur del Asia, extendiéndose desde la India a la Tasmania. Si la hipótesis -ahora tan puesta en duda, y positivamente negada por algunos sabios autores, que la consideran como una broma de Platón- se llega alguna vez a comprobar, entonces quizás los hombres de ciencia creerán que la descripción del continente habitado por Dios no era del todo una pura fábula. y entonces puede que perciban que las indicaciones veladas de Platón, y el atribuir él la narración a Solón y a los sacerdotes egipcios, no fue más que un modo prudente de comunicar el hecho al mundo, al mismo tiempo que, combinando hábilmente la verdad y la ficción, se descartaba de toda implicación en el. [Donnelly; Atlantis] >>

 

Estas afirmaciones refuerzan la idea de los dos continentes conocidos como Kusha, la Atlántida y Mú, situado éste último en el Pacífico, tal y como nos lo cuenta Louis Jacolliot:

<< Una de las leyendas más antiguas de la India, conservada en los templos por tradición oral y escrita refiere que hace varios cientos de miles de años existía en el Océano Pacifico un inmenso continente, que fue destruido por convulsiones geológicas y cuyos fragmentos pueden encontrarse en Madagascar, Ceilán, Sumatra, Java, Borneo y las islas principales de la Polinesia. Las altas mesetas del Indostán y Asia, según esta hipótesis, sólo habrían sido, en aquellas lejanas épocas, grandes islas contiguas al continente central... Según los brahmanes, este país había alcanzado una elevada civilización, y la península del Indostán, agrandada por el desplazamiento de las aguas, en tiempo del gran cataclismo, no ha hecho más que continuar la cadena de las tradiciones primitivas nacidas en aquel sitio. Estas tradiciones dan el nombre de Rutas a los pueblos que habitaban este inmenso continente equinoccial, y de su lenguaje se derivó el sánscrito. La tradición indo-helénica, preservada por la población más inteligente que emigró de las llanuras de la India, refiere también la existencia de un continente y de un pueblo, a los que dio los nombres de Atlántida y Atlantes, y que sitúa en el Atlántico, en la parte Norte de los Trópicos.

Aparte de este hecho, la suposición de un antiguo continente en aquellas latitudes, cuyos vestigios pueden encontrarse en las islas volcánicas y la superficie montañosa de las Azores, las Canarias y las islas de Cabo Verde, no está desprovista de probabilidad geográfica, Los griegos, que por otra parte nunca se atrevieron a pasar más allá de las Columnas de Hércules, por causa de su temor al Océano misterioso, aparecieron demasiado tarde en la antigüedad, para que las historias conservadas por Platón puedan ser más que un eco de la leyenda india. Además, cuando arrojamos una mirada sobre un planisferio a la vista de las islas e islotes esparcidos desde el Archipiélago Malayo a la Polinesia, desde el Estrecho de la Sonda a la Isla de Pascua, es imposible, partiendo de la hipótesis de que hubo continentes que precedieron a los que habitamos, dejar de colocar allí el más importante de todos.

Una creencia religiosa, común a Malaca y Polinesia, esto es, a los dos extremos opuestos del mundo de la Oceanía, afirma “que todas estas islas formaron una vez dos países inmensos, habitados por hombres amarillos y negros, que siempre estaban en guerra; y que los dioses, cansados de sus querellas, encargaron al Océano que los pacificara, y éste se tragó los dos continentes, y desde entones ha sido imposible conseguir que devuelva a sus cautivos. Sólo las crestas de las montañas y las mesetas elevadas escaparon a la inundación, por el poder de los dioses, que percibieron demasiado tarde el error que habían cometido",

Sea lo que quiera lo que haya en estas tradiciones, y cualquiera que haya sido el sitio donde se desarrolló una civilización más antigua que la de Roma, de Grecia, de Egipto y de la India, lo cierto es que esta civilización existió, e importa mucho a la ciencia el volver a encontrar sus huellas, por más débiles y fugitivas que sean. [Louis Jacolliot; L’Historie des Vierges: les Peuples et les Continents Disparus] >>

 

Y por último en el Vishnu Purâna podemos encontrar los nombres de esas regiones:

<< El Rey de Kusha-Dvipa tenía siete hijos… de quienes las siete partes, o Varsha, de la isla tomaban sus nombres… Allí residía la humanidad juntamente con Daityas y Dânavas, así como con espíritus del cielo: Gandharvas, Yakshas, Kimpurushas, etc. [Wilson; Vishnu Purâna] >>

 

 

Aum:                          

Ver también:      Om;  Prâna         

Las tres letras mágicas que forman la palabra Aum están comprendidas en las Seis Sílabas: 

¡ Om Manipadme! ¡ Hum! Estas sílabas mágicas forman la gran ciencia del Aum y son consideradas como el gran medio de liberación. Om, cierra la puerta del renacimiento entre los dioses. Ma, entre los dioses celosos o titanes. Ni, en el pensamiento. Pad, entre las criaturas subhumanas. Me, entre los espíritus hambrientos y Hum, entre los habitantes de las tinieblas.

El poderoso Mantra, según la ciencia del Aum u Om como también se la conoce, significa: ¡Oh, mi Dios en Mí! (Oh la joya del loto).  Haciendo referencia a la indisoluble unión entre el hombre y el universo, entre el hombre y el germen divino que éste alienta en su interior.

Este Mantra no solo despertará a las Potestades menores de los elementos, sino que vigorizará la unión del ser con el Yo superior o Mónada. Todo sonido pone en acción una fuerza oculta de la naturaleza que se concreta en un color, un número y una sensación en uno u otro plano del mundo visible e invisible…

En todas las tradiciones arcaicas -aquellas que han estado más cerca de la Raíz Original-, La palabra AUM ha estado fuertemente relacionada con los nombres secretos de la omnipresente Deidad. Esta palabra ha llegado hasta nosotros con muy diversas formas como el Aum de los Hindúes, el Aion de los griegos, y el Evum de los romanos. Pero dejemos que Helena Petrovna Blavatsky lo defina de una forma magistral:

<< La palabra AUM u OM, correspondiente al Triángulo superior, cuando la pronuncia un hombre puro y santo, vigorizará o despertará, no sólo las Potestades menos excelsas de los elementos y espacios interplanetarios, sino a su Yo superior o "Padre" interno. Pronunciada debidamente por un hombre de vulgar bondad, le ayudará a robustecer su moralidad, sobre todo si entre dos "AUM" medita de propósito acerca de su AUM interno, y concentra toda su atención en la inefable gloria. Pero ¡ay de quien pronuncie la sagrada palabra después de cometer algún pecado trascendental!; porque atraerá a su impura fotosfera, fuerzas y presencias invisibles, que de otro modo no hubieran podido abrirse paso en la divina envoltura.

AUM es el prototipo de Amen. Esta última palabra no es hebrea, sino que, como la de Aleluya, la tomaron judíos y griegos de los caldeos. La palabra Aleluya se encuentra frecuentemente repetida en ciertas inscripciones mágicas grabadas sobre vasos y urnas de las ruinas de Nínive y Babilonia. Amén no significa "así sea", ni "verdaderamente", sino que en la remotísima antigüedad significó casi lo mismo que AUM. Los judíos iniciados (tanaimes) la empleaban con igual objeto y con parecido resultado que los arios iniciados emplearon la palabra AuM, pues el valor numérico de AMeN en caracteres hebreos es 91, equivalente a la suma de YHVH (23)=26 y ADoNaY=65 ó 91. Ambas palabras denotan la afirmación del ser o la existencia de nuestro “Señor interno”. [ H. P. Blavatsky, La Doctrina Secreta Vol. VI ] >>

   

 

Avatar:          (Regente) (Avatâra)        

Ver también:     Mónada; Ishva-Ra; Kumâra; Agni; Sûrya

Cada partícula tiene una consciencia en su centro, polarizada según los distintos niveles de su proceso de despertar. Una partícula del cosmos, posee un núcleo central que actúa como fuente de vida y consciencia para todos los cuerpos que forman su ser en las diferentes dimensiones en las que habita. Este núcleo es solo un transformador de la energía que emite la Fuente Primera, a través de una cadena de núcleos más potentes no individualizados, que a su vez reciben la energía de núcleos aún más sublimes que se elevan hasta llegar al Origen Único de todo lo creado e increado. Esos núcleos, con distintos niveles de avance dentro del camino evolutivo de las distintas humanidades de la galaxia, están polarizados en su Regente Avatar u Octava Mónada, que es el auténtico núcleo superior en evolución de cada ser. 

De este  Regente Avatar se desprenden doce prolongaciones, que dan lugar a las siete Mónadas, que son las que desarrollarán sus experiencias en el ámbito material, y los cinco Principios del Regente, que se encuentran arraigados en los umbrales de la inmaterialidad. Cada Mónada completa su trayectoria evolutiva a lo largo de los distintos niveles de consciencia del universo en el que habita, desarrollando sucesivamente los atributos que la elevan de vuelta a su origen superior como Regente Avatar, y despertando, por tanto, a la autentica realidad superior de donde emanó. De esta manera, solamente existe una consciencia única que se revela a sí misma a través de todas las partículas del cosmos. 

El Todo, se halla completo en cada una de las partículas existentes, aunque cada una de ellas solo exprese una ínfima porción de su magnitud. El núcleo central del conjunto, también llamado el Ser de Dos Caras, proyecta sus prolongaciones en dos direcciones, una a través de los intersticios del universo físico cósmico, y la otra  hacia el universo astral cósmico. Estas proyecciones actúan como si de las raíces y ramas de un colosal árbol sideral se tratase, las proyecciones, sondas raíces o sondas ramas, penetran en los distintos universos materiales y anti-materiales siendo el medio de contacto del Regente desde el umbral de los dos planos hacia los siete niveles del universo evolucionario material y los cinco del universo  inmaterial.

El Regente Avatar puede ser simbolizado como un árbol invertido con sus Cinco Raíces (Principios) hacia  arriba y sus Siete Ramas (Mónadas) hacia abajo, Tal y como nos lo muestra este pasaje de Los Upanishads:

<< Hay un árbol muy antiguo cuyas raíces crecen hacia arriba y sus ramas hacia abajo; ése en verdad se llama lo Radiante, Brahma, pues él solo es el Inmortal. Todos los mundos están contenidos en él, nada va más allá.

El mundo entero, cuando sale de Él, tiembla en su aliento, pues Brahma es un gran terror, como una espada desenvainada. Aquellos que le conocen alcanzan la inmortalidad.

Del terror de Brahma arde el fuego y el sol; de su terror Indra, Vayu y la muerte escapan corriendo.

Si un hombre no Puede comprender esto antes de que su cuerpo caiga en pedazos, tendrá que tomar otro cuerpo en los mundos de la creación.

Como en un espejo, así es este cuerpo (donde Brahma puede ser visto claramente); como un sueño, así es visto en el mundo de los Padres; como en el agua, así es visto en el mundo de los Gandharvas; como en la luz y en la sombra, así es visto en él mundo de Brahma.

Habiendo comprendido que los sentidos son distintos del alma, y que su ascenso y declive a ellos pertenece, el sabio deja de sufrir.

Más allá de los sentidos está la mente, más allá de la mente está el Ser supremo, más allá del Ser supremo está el Gran Ser, más allá del Grande, el Oculto.

Más allá del Oculto está la Persona, el omnipresente, completamente imperceptible. Las criaturas que le conocen

son liberadas y obtienen la inmortalidad.

Su forma no puede ser vista, pues nadie puede contemplarle con los ojos. Sólo puede ser conocido con el corazón, que se halla más allá de la sabiduría y la mente. Sólo aquellos que saben esto son inmortales.

Cuando todos los sentidos y la mente son sometidos, el sabio alcanza el estado supremo. [A. Duperron; los Upanishads] >>

 

Las siete Mónadas del Regente, son el nexo de éste y la vida manifestada, siendo éstas “Las ramas que darán los frutos para ser ofrecidos al Creador”. Los Principios, que no realizan la misma función que las Mónadas; son las raíces, y el medio de contacto del Regente  con la supraevolución. Los Principios no poseen sentido de la individualidad, como lo poseen las Mónadas, actuando como los transformadores de fuegos y vibraciones inmateriales captadas en el nivel de los Logoi y adaptando su potencia a la de las Mónadas.

El Árbol del Ser de Dos Caras o Regente Avatar está constituido como si se tratase de una galaxia, al igual que el plano mental cósmico posee Tres niveles, con Tres subdivisiones cada uno; el plano astral cósmico posee Cinco niveles, con Cinco subdivisiones y el plano físico cósmico posee Siete niveles, con Siete subdivisiones cada uno. Los niveles se superponen unos a otros como las capas de una cebolla, como las órbitas de los electrones en el átomo, como los planetas en un sistema estelar o los núcleos de nebulosas y estrellas en la galaxia. Cada órbita, cada electrón reverbera y vibra en una frecuencia enmarcada en las normas de la simetría, dirigidas por leyes estrictas e inamovibles que solo pueden alterarse desde planos de conciencia más elevados. 

Los Siete niveles del plano físico cósmico ocupan el centro del Huevo, el más denso, el Plano Físico es su núcleo, le sigue el nivel Etérico-Físico y abriéndose desde la parte más interior hacia la exterior los otros niveles como el Etérico-Astral, el Mental-Astral, el Intuitivo, el Espiritual, el Monádico y por fin el Divino. Pero éste último no es el final, sino el principio del siguiente plano, el Plano Astral Cósmico con sus cinco subdivisiones y más allá aún el Plano Mental Cósmico, el cual consta asimismo de sus adicionales tres sub-niveles.
En el sistema solar, así como en la estructura del átomo,  los niveles materiales más densos se hayan distribuidos desde su centro hacia el exterior, considerando, por tanto, la densidad material máxima en el núcleo del sistema, pero la paradoja se desarrolla cuando consideramos que el material constituyente del núcleo solar o sistémico, es el hidrógeno, que es a su vez el cuerpo más sutil del  universo físico. Esta simetría de equilibrio es así misma representada por el Regente Monádico, que se superpone así a la estructura del universo manifestado. El Regente Avatar representa pues la misma estructura que el universo manifestado, 7, 5, 3 y 1 pero invertida, es decir, situando los núcleos densos secuencialmente de fuera hacia dentro en secuencia 1, 3, 5 y 7. El centro del Regente Avatar representa en un lado la existencia en el universo-antimateria que sostiene a su ver en el otro lado al universo-materia,  la cual puede ser definida como diversos vórtices de energía que vibran en diferentes frecuencias, pero siempre en una dirección que determina su visibilidad, o manifestación como vida evolutiva. Detrás del espejo, al otro lado y unida a cada uno de esos vórtices hay otra vida, una corriente energética que sigue un sentido inverso, el sentido de la supraevolución, que transciende la evolución manifestada. 

Cualquier partícula en el universo materia está relacionada con un núcleo que le corresponde en el universo anti-materia. Siendo el contacto permanente entre la partícula esencial de un plano de consciencia y su correspondiente anti-partícula lo que forma el constante flujo de energía entre los dos universos, ésta es la causa directa de la existencia del plano manifestado. Al alterar la frecuencia o la dirección de cualquiera de los vórtices de energía de una partícula con respecto al patrón común de una región en el espacio-tiempo, dicha partícula se desplaza a través del universo materia al punto del espacio-tiempo que corresponde a las nuevas coordenadas establecidas, lo que proporciona a la partícula un desplazamiento en el espacio, en el tiempo, o incluso a otros planos de consciencia.

 

 

 

 

   

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Publicación: Septiembre 2004. Última modificación: 16 de Febrero 2013.